Que curiosa la forma como el orgasmo de la mujer tiene hoy protagonismo.
No fue así hasta los años 60 del siglo pasado cuando Masters y Johnson estudiaron la fisiología de la respuesta sexual. Quiere decir que teníamos aproximadamente 7 siglos o más de historia durante la cual el placer de la mujer fue reprimido para salvarla del pecado y del infierno. Así ha sido nuestra historia y no corresponde aquí hacer juicio de ello.
Mi intención es ir hacia algo más práctico que nos ayude a nosotras las mujeres a encontrarnos sexualmente. Hay que imaginar que tantos años de «no sentir» tienen que haber dejado su huella en nuestros cuerpos.
Son los tiempos ahora de descubrir el velo, de mirarnos con atención ante el espejo, de preguntarnos quiénes somos, cómo somos, qué nos gusta, qué nos nutre física y espiritualmente.
No hay que verlo con tristeza, ni con resentimiento ni rencor. Tampoco con miedo o desesperanza. Todo lo contrario. Es una gran aventura. Hemos sido muy traviesas y hemos escondido el tesoro para ahora encontrarlo.
El tesoro de nuestro placer. Y tomen nota por favor que no estoy diciendo el «tesoro de nuestro orgasmo» porque justamente mi propuesta es que nos olvidemos del objetivo «orgasmo».
La sexualidad de cualidad femenina es completamente diferente a la de cualidad masculina y eso es hermoso. Lo masculino es fogoso, orientado a objetivos, enfocado y directo. Lo femenino es fluido, sin apuro de llegar a ningún lado, moldeable y expandido.
Si las mujeres perseguimos el orgasmo entramos en la actuación de una sexualidad de cualidad masculina y es lógico que pensemos que eso es lo ideal
porque estamos moldeadas de acuerdo al modelo masculino por falta absoluta de un modelo de sexualidad femenina.
Yo invito a las mujeres a no buscar el orgasmo. Olvídense de tratar de conseguir una explosión. Si están siendo penetradas o estimuladas con sexo oral o están tocando ustedes mismas sus genitales no busquen que esa energía estalle.
Simplemente «sientan» la excitación sexual y utilizando respiraciones profundas dirijan esa excitación hacia todo el cuerpo.
Muévanse desperezándose en la cama, permítanse gemir, no se apuren, no intenten lograr nada, solo «sientan» soltando toda necesidad de «lograr un objetivo».
Disuélvanse en el placer permitiendo que ese placer impregne cada célula de su cuerpo. Nada de eso es posible si tienen la mente ocupada tratando de conseguir un nivel de excitación sexual que las lleve a estallar.
Solo estén presentes en las sensaciones que tienen en el cuerpo, en el clítoris, en la vagina, en el vientre. Respiren y estén presentes.
Yo les puedo asegurar que en el momento más inesperado, luego de varios encuentros sexuales sin el tan controvertido orgasmo, algo mágico pasará en sus cuerpos, algo especial se revelará para ustedes. Algo que no se parece al orgasmo masculino de estallido, algo que se mueve por todo el cuerpo como si tuviera vida propia, algo que impacta al corazón y que hace brotar las lágrimas.
Se darán cuenta que son canal para el movimiento de la energía de la vida, y que quieren guardar esa energía dentro de ustedes o compartirla con la pareja sin que estalle ni se disipe a través del orgasmo explosivo.
Los misterios de la sexualidad de cualidad femenina son totalmente nuevos para nosotras que tenemos siglos dormidas. Vamos poco a poco sin demasiado apuro explorando todo lo que podemos sentir sin anticipar los resultados.
Les aseguro que las experiencias serán inolvidables.